Torres Villegas, 1852 i 1857: un mapa cèlebre, un mapa inexistent. Rafel Company

La cartografia etnicolingüística representa els pobles i les seues fronteres en funció —majoritàriament— de les divisions en el terreny idiomàtic. Els mapes d’aquesta temàtica han sigut coneguts amb el nom de mapes de pobles i llengües (Völker- und Sprachenkarten en alemany) o, juntament amb altres espècimens concorrents, amb l’apel·latiu general d’etnogràfics. Doncs bé: en l’obra Cartografía hispano-científica, o sea, Los mapas españoles, en que se representa a España bajo todas sus diferentes fases, de Francisco Jorge Torres Villegas, hi és ben constatable l’absència d’un mapa específic sobre la composició etnogràfica d’Espanya —una figuració que hauria d’aparèixer bastida, pràcticament, seguint els límits de les àrees lingüístiques. Una absència prou sorprenent en “la primera antología cartográfica [espanyola] compuesta por mapas temáticos” (Hernando 1998- 1999: 122).

CÁRCELES Y ABOLICIONISMO

La cárcel ha traído innumerables quebraderos de cabeza a filósofos y políticos. El problema central ha sido, sin duda alguna, el de su justificación. Y es que la cárcel se halla precisamente en uno de los límites del «sistema», es uno de los ámbitos sociales donde se manifiestan con mayor claridad las contradicciones del mismo. ¿Qué es una cárcel? ¿Para qué sirve? ¿Es un mal menor? ¿Educa realmente? En definitiva: ¿es necesaria la cárcel? La reflexión sobre la cárcel no es nueva y han existido grandes corrientes de pensamiento que se han ocupado profunda y exhaustivamente de ella. La más importante e influyente en nuestro tiempo es, sin duda alguna, la Criminología Crítica. Pero la Criminología Crítica sólo es una expresión puntual de un movimiento político social hostil a las cárceles que ha concretado sus puntos de vista en un conjunto de teorías que denomino «filosofía crítica» o «filosofía abolicionista».

John Elliott recorda que una part dels catalans vol el «doble patriotisme». Diari de Girona. 30/10/2018

A l’historiador i hispanista britànic John H. Elliott el preocupa la «polarització» de la societat catalana i recorda l’existència d’una important part de catalans que defensen el seu «doble patriotisme». Entrevistat amb motiu de la presentació a Espanya del seu llibre Catalanes y escoceses. Unión y discordia (Taurus), el premi Príncep d’Astúries de Ciències Socials de 1996 assegura que Catalunya «és una societat en aquest moment molt polaritzada», i això li sembla «molt preocupant». El mestre d’hispanistes, internacionalment alabat per les seves investigacions sobre la història d’Espanya, enquadrada en el marc europeu i americà, defensa en el seu llibre el concepte de la doble lleialtat.

I en la conversa també admet la triple lleialtat, si per exemple s’incorpora el sentiment de pertinença que afecta la Unió Europea.

La Historia los juzga ya. El Mundo. 27/09/2018

Sir John H. Elliott regresó hace unos meses a Cataluña. Visitó el monasterio de Poblet, primaveral y perdido. Se asomó al balcón del Ayuntamiento de Barcelona, donde recordó el fiasco de Companys. Y adelantó a un grupo de privilegiados parte del contenido de su próximo libro, una imponente -y previsiblemente polémica- historia comparada de Cataluña y Escocia. Cuando se marchó, lo hizo preocupado. Con la tristeza del que conserva la memoria y acaba de perder la fe. Elliott es el más grande hispanista vivo. Y uno de los mayores expertos en la historia de Cataluña. En 1999, recibió la Cruz de Sant Jordi de manos del entonces presidente Pujol, que en su discurso citó la obra del historiador de forma selectiva: sólo los párrafos que adornaban su relato de una Cataluña compacta y en combate contra España. «Típico político», pensó Elliott. «Típico nacionalista», hubiera podido decir.

John H. Elliott: «Los líderes independentistas catalanes viven en un mundo de fantasía». El Periódico. 4/11/2018

Pensar en el problema catalán como solo jurídico y constitucional estrecha los horizontes e impide la entrada creativa e imaginativa en un diálogo que también tiene que ser político. Rajoy fue demasiado inflexible en su respuesta, no se dio cuenta de la gravedad de la cuestión nacional catalana. Yo que viví en Barcelona en los años 50 y vi la represión durante la dictadura de Franco entiendo perfectamente la insistencia, tras su muerte, en recuperar la identidad del idioma como símbolo de una nación (algo que no ocurre en Escocia).