Herder y el nacionalismo alemán. Daniel Reboredo. El Diario Vasco 25/08/2010

DANIEL REBOREDOHISTORIADOR Miércoles, 25 agosto 2010, 03:55

El siglo XVIII fue el del triunfo de la ciencia, de la razón, del ataque del nuevo estado secular a la antigua jerarquía medieval, de la crítica a la religión organizada y de la revolución del sentimiento humano que llevó al abandono de las viejas formas. La ‘época del racionalismo’ fue demasiado lejos y bloqueó el sentimiento humano de tal forma que obligó a éste a buscar una salida: el Romanticismo. En esta tesitura histórica nació en Mohrungen (la actual Morag polaca), hoy hace 266 años, el filósofo, crítico literario, filólogo, teólogo e historiador alemán Johann Gottfried Herder. Hombre irascible y de temperamento desequilibrado, se rebeló contra el despotismo ordenado e ilustrado, el culto a la razón y el refinamiento de los intelectuales y funcionarios franceses que administraban el imperio de Federico el Grande e inició una corriente de pensamiento, imbuida de fe e irracionalismo, que dio lugar al romanticismo alemán.

Los tres pilares en que se sustentaba ésta eran la necesidad del hombre de expresarse, el significado de pertenecer a un grupo y la concepción de que los verdaderos ideales son con frecuencia incompatibles y no pueden conciliarse. Entre sus primeras obras literarias y críticas se encuentran los ‘Fragmentos acerca de la literatura alemana moderna’ (1766-1767), que abogaban por la emancipación de esa literatura de las influencias extranjeras, y ‘Diario’ (testimonio de una nueva sensibilidad artística, literaria y pedagógica). Sus ensayos, como ‘Sobre el estilo y el arte alemán’ (1773), eran una apología de la literatura popular, de la poesía de Shakespeare y Homero, y planteaban la idea concebida por Herder del «carácter nacional», expresada en la lengua y en la literatura de una nación.

En la moderna Filología influye su concepción órgano-genética del lenguaje desarrollada en ‘Sobre el origen del lenguaje’ (1772) y realiza una etnografía comparada sobre la cultura oral de diferentes países en ‘Cantos populares’ (1778-1779) y ‘Canciones de todos los pueblos’ (1798). En el campo de la Teología, opta por un cristianismo espiritual e íntimo, alejado del dogmatismo y teñido de romanticismo, como reflejan las ‘Cartas sobre el estudio de la Teología’ (1782-1783), a la par que expone su idea monista del mundo en ‘Dios, algunos diálogos’ (1787).

Su filosofía explora en los orígenes del individuo y de los pueblos, asignando al pasado un carácter romántico e ideal en el que se manifiestan las cualidades del estado natural (‘Del conocimiento y del sentir del alma humana’, 1778). El pensamiento evolucionista aparece en su obra como una sucesión de estadios que se inician en la Naturaleza y culminan en la Historia, establecidos jerárquica y concatenadamente, y cuyo fin es un estadio superior dominado por la cultura.

El sentimiento es el motor básico de esta evolución, contrariamente al papel dado por Kant a la racionalidad, y de esta idea parte la corriente historicista. La obra que más ha influido en la filosofía de la historia, en el historicismo y en el idealismo alemán son los cuatro volúmenes del estudio ‘Ideas para una Filosofía de la Humanidad’ (1784-1791). Con ella quiso demostrar que la naturaleza y la historia humanas obedecen a las mismas leyes y que, con el tiempo, las fuerzas humanas antagónicas se reconcilian.

La obra de Herder es muy significativa como testimonio de todo un período de la cultura alemana que va desde el ‘Sturm und Drang’ (‘Tormenta e impulso’) hasta la última fase de la ‘Aufklärung’ (racionalismo a ultranza). Pero en lo que realmente alcanza significado es en su doctrina sobre el lenguaje y en la filosofía de la historia. El Herder precursor y original se manifestará, sobre todo, en sus estudios sobre la Historia. Describe la realidad como un enorme proceso unitario en el que se manifiesta una fuerza divina, que se expresa a través de órganos que son formas de vida cada vez más complejas.

Es tan amplia su observación sobre el desenvolvimiento histórico que incluso integra en la evolución histórica al mundo natural, aunque recalque que es en la Historia humana donde de verdad se dan las leyes de la evolución. Por eso se centra en la evolución de la especie humana, pero sin limitarse a las leyes que rigen el desarrollo evolutivo en general, sino a las particularidades de cada comunidad concreta. Hay que atender a la singularidad atomizada de la Humanidad constituida por la armónica integración de las sucesivas conquistas históricas de las sociedades humanas. Por esta teoría ha sido considerado como uno de los precursores del nacionalismo alemán.

Herder conservará su influencia en las corrientes románticas, tanto por su concepción viva y orgánica de la naturaleza como por la reivindicación del derecho de los pueblos a expresar de forma autónoma su individualidad nacional y cultural. Sin embargo, no es el inventor, ni el autor del nacionalismo teutón, aunque alguna de sus ideas influyera en la génesis del mismo. Herder no fue ni nacionalista, ni populista, sólo fue un filósofo que reaccionó contra el racionalismo extremo de la Ilustración. A Herder le ha tocado ser recordado como generador del nacionalsocialismo y del fascismo, al igual que a Hegel le ha ocurrido lo propio con el marxismo, cuando lo que realmente forjaron ambos fue la secularización de la filosofía y el comienzo del ‘ethos’ cultural moderno a través de la conciliación de lo terrenal con lo eterno, de lo finito con lo infinito.