El mal estaba en todas partes. El País, 22/06/2009 Autor: José María Ridao

Churchill: “Estoy a favor de emplear gas tóxico contra tribus incivilizadas” El abogado Roosevelt propuso reducir el número de judíos en la Universidad Desde que, con motivo de la conmemoración del medio siglo del final de la II Guerra Mundial, la investigación historiográfica empezó a confundirse con el denominado “trabajo de memoria”, la idea de que el conflicto más devastador de todos los tiempos revestía los caracteres de una lucha escatológica, de un combate contra el Mal Absoluto, ha ido ganando terreno. Poco a poco, la indagación sobre los procesos políticos, diplomáticos y económicos que condujeron a la guerra se fue abandonando en favor de una reflexión de otra naturaleza, a medio camino entre la filosofía y la teología, y en la que lo más relevante es responder a la pregunta de por qué el ser humano fue capaz de tantas atrocidades como tuvieron lugar entre 1939 y 1945.

Despreciar Siracusa. ABC, 13/07/2009 Autor: Gabriel Albiac

CUENTAN las malas lenguas cómo tras ser readmitido en su cátedra, el viejo nazi Martin Heidegger era malévolamente saludado por sus colegas: «¿Qué, de vuelta ya de Siracusa?». Al sabio («el más grande de los filósofos, el más pequeño de los hombres», escribe Steiner), aquel culto sarcasmo no parecía hacerle maldita la gracia. Pero así es la vida. Lo menos que puede ocurrirle a quien fue maestro pensador de un régimen genocida, es que le recuerden la ridícula tragedia del pensador más grande: un tal Platón, que, allá por el siglo IV antes de nuestra era, inventó una nimiedad lujosa a la cual llamó filosofía. La historia nos la cuenta él mismo, en una larga carta autobiográfica que es, pienso, la obra maestra de un escritor en cuya obra es imposible hallar una sola línea de desfallecimiento. «Antaño, cuando era yo joven», arranca el texto, «sentí lo mismo que les pasa a otros muchos. Tenía la idea de dedicarme a la política tan pronto fuera dueño de mis actos». Es el error irreparable.